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viernes, 19 de agosto de 2011

161 años de la muerte del Libertador


A 161 años de la muerte del Libertador, una nueva corriente de historiadores comienza a desterrar versiones dominantes de nuestra historia. “Pablo Camogli reivindica a un líder de principios férreos, opuesto al centralismo de Buenos Aires. La historia que ocultó la versión dominante”. (sobre nota Revista XXIII)

Una nueva camada de historiadores se ha puesto a trabajar sobre los acontecimientos del pasado a través de otra mirada. Hace pocos días, la revista XXIII, publicó una nota sobre un historiador de la provincia de Misiones, de 35 años, quien acaba de realizar la nueva Historia del Cruce de los Andes.

Pablo Camogli heredó de su tío dos libros publicados a principios del siglo XIX que recopilaban los documentos de la Guerra de la Independencia, de los cuales uno hacía hincapié en el Cruce de los Andes.

Ahora, con su nuevo trabajo, se sumerge en el período comprendido “entre 1814 y 1817, cuando se conformó una fuerza armada de más de 4.000 hombres con la capacidad operativa y logística de cruzar la segunda mayor cordillera del mundo, con alturas de 4.000 metros, y en un amplio frente de acción de 800 kilómetros. Para ello, el autor debió revisar alrededor de 1.000 documentos vinculados a San Martín, fallecido el 17 de agosto de 1850, y al cruce de la cordillera”.

El historiador rescata la faz política de San Martín como organizador de una gran empresa militar. “Su objetivo no era librar la batalla de Chacabuco una vez cruzados los Andes. Era hacer una revolución. Y mi objetivo, llenar de contenido político e ideológico tanto al Ejército de los Andes como a la propia figura de San Martín”, dice.

“A través de las descripciones de cómo se fue formando el ejército, nos podemos dar cuenta de cuál era la postura económica de San Martín. Tenía una postura desarrollista e industrialista. Su idea del pleno empleo, de asegurar salarios dignos a los trabajadores, de garantizar el desarrollo autónomo de la región cuyana independientemente de las relaciones comerciales con las otras regiones. San Martín tuvo una política proteccionista a punto tal de interceder ante el poder central de Buenos Aires para que se prohibiera la entrada de productos extranjeros como el vino y el aguardiente para favorecer a la región cuyana”, aclara.

Pero si bien San Martín no logró todos sus fines para la región que le tocaba comandar políticamente, consiguió, entre otras cosas, que se redujeran impuestos al comercio desde Cuyo. Una muestra de su ideología económica pero también de la capacidad política para negociar con la elite cuyana el apoyo a un ejército que empezaba a gestarse. “San Martín estuvo a la vanguardia de la defensa de los intereses comerciales de la región de Cuyo, la cual comprendía a las provincias de Mendoza, San Juan y San Luis. Esta figura de San Martín siempre estuvo invisibilizada por la historiografía argentina, a la cual le convino consolidarlo como el ‘Padre de la Patria’ a partir de la obra escrita por Bartolomé Mitre. La cual se fue repitiendo con obras como El Santo de la Espada, de Ricardo Rojas”, explica Camogli. “Fue una intencionalidad política de ubicarlo como el padre de la patria porque esos mismos personajes estaban construyendo una nación volcada al liberalismo de la segunda mitad del siglo XIX: Mitre es la expresión política e historiográfica de ese modelo de país. Esa nueva nación necesitaba de un pasado glorioso y lo más a mano era la figura de San Martín. Pero acá no hubo originalidad sino una intención de llenar al prócer de genialidades para vaciarlo de contenidos y convertirlo en un dios. Se intentó esconder el contenido político que tuvo esa operación.”

“San Martín era un genio. Pero si Mitre llenaba de contenido cada una de las decisiones tomadas por San Martín y además explicaba políticamente sus objetivos como el de la composición del Ejército de los Andes y las medidas que tomaba, le iba sí o sí a generar contradicciones respecto de las medidas planteadas por él como modelo de país. No es lo mismo el proteccionismo de San Martín que el liberalismo económico que tiene Mitre. Y mucho menos el trato que San Martín tuvo con los pueblos originarios que el que tuvieron Mitre, Sarmiento y Roca, los cuales querían solamente exterminarlos. Hay una visión muy radical en términos de revolución social”.

Entre las acciones más revolucionarias del Libertador en relación a su contexto histórico, Camogli resalta dos medidas innovadoras: “La primera es su propuesta para la liberación de todos los esclavos, la que se hace efectiva en la región de Cuyo con el 20 por ciento de los esclavos, que era la cantidad de hombres en condiciones de sumarse al ejército. El único compromiso que tenían era pelear hasta terminada la guerra. En ningún lugar del mundo se había planteado una medida tan radical. Salvo Simón Bolívar, que llegó a insinuar la liberación de los esclavos en la Gran Colombia. Pero ni en el Río de la Plata, ni en Inglaterra y Estados Unidos, que eran los paradigmas de la libertad, se les había ocurrido plantear siquiera algo parecido. La otra medida es respetar los derechos de los pueblos originarios”.

“San Martín necesitaba a los esclavos para la guerra y la revolución –agrega el historiador–. Tenía que ver con esa revolución que estaba gestando la condición de los esclavos de dejar de ser una mercancía. Y eso no lo podía poner Mitre en su historia porque entraba en contradicción con lo que él estaba planteando en su momento”, reitera Camogli.

La estructura política de San Martín como gobernador de Cuyo estuvo basada en un muy fuerte control social. Había violación a la correspondencia, se controlaba casa por casa para ver quién vivía y se aseguraban a diario de que nadie recibiera la visita de un extraño; que cada uno pagara sus impuestos, nadie podía estar de conchabo, todos debían tener la libreta de trabajo firmada y ningún patrón podía deberles un peso a los trabajadores. Había un control estricto sobre la sociedad.

El trabajo historiográfico también pretende desterrar la idea de que el rol de San Martín en el continente americano respondía a los intereses del Imperio Británico. “San Martín conocía los planes de Inglaterra, y estaba al tanto del plan Maitland. De ahí surge esa falsa idea de que San Martín era un agente del servicio británico. Pero se olvidan de que en el Río de la Plata ya existían dos planes similares para hacer el cruce de los Andes. Uno de esos planes fue elaborado por Bernardo de Vera y Pintado, asesor jurídico de San Martín, luego procurador general del ejército, que ya había cruzado los Andes por el camino de Uspallata luego de la derrota chilena de Rancagua. El segundo de estos planes lo hizo el coronel Enrique Paillardelle, que vivía en el norte chileno y tenía mucho contacto con Manuel Belgrano: el plan consistía en cruzar los Andes y formar una escuadra en Valparaíso para desde ahí preparar un ataque naval hasta Lima. Su idea era llevar ‘1.000 hombres hasta la costa del Perú con la ayuda de Chile’ y así sublevar todos los puertos intermedios para dejar sin apoyos al virrey peruano. Es muy parecido a lo que va a realizar San Martín a otra escala. Y es un plan que seguramente conocía el futuro libertador, ya que en la época en la que se traza este plan estaba al frente del Ejército de los Andes. Hablar de los planes ingleses y no hablar de estos dos planes previos es cortar la historia en un momento. La genialidad de San Martín no fue el plan. La genialidad fue hacerlo, armar un ejército y cruzar los Andes. Su genialidad la expresa a través de la utilización del sentido común. Era un plan que podían realizar. En 1811, tropas chilenas habían cruzado hacia Argentina para apoyar la revolución de 1810 y en 1813 tropas argentinas van hasta Chile conducidos por Juan Gregorio Las Heras para apoyar la revolución chilena. Las Heras después fue un cercano colaborador de San Martín y estuvo al frente de una de las columnas del ejército patriota, por lo que es muy difícil que San Martín no estuviera al tanto de esos cruces previos”.

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