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miércoles, 6 de mayo de 2009

Trabajo comunitario
COLOR ESPERANZA: RINCÓN DE ALIMENTOS Y ENSEÑANZAS

En Chos Malal esta Asociación brinda a 26 jóvenes y 4 chiquitos, de lunes a viernes, los ingredientes que necesitan para elaborar una comida saludable y sabrosa.


Ramón Bravo, su coordinador, organiza charlas que abordan temas de la vida cotidiana que van desde cómo ser una buena persona, estudiar, trabajar, cuidar a los hijos, hasta la prevención de enfermedades sexuales, repudio a las drogas y el delito.

“Color esperanza”. Un nombre que ya nos dice el objetivo final de esta Asociación Civil: ayudar a aquellos que por distintas circunstancias políticas, sociales, personales, sienten que su vida no tiene color, que está pintada de gris. Y si continuamos con las reminiscencias, la canción de Diego Torres -que llegó a convertirse en un himno al optimismo y la alegría- versa en sus estrofas, “saber que se puede, querer que se pueda”. Me quedo con el “querer que se pueda”, porque creo que esa frase, que encierra parte de la historia de esta Asociación, encaja de lleno en la vida de su coordinador, Ramón Bravo. Los invito a que juntos conozcamos su historia y la de Color Esperanza.

Un haz de luz

La Asociación Civil está dedicada a jóvenes con problemas de adicción, madres solteras, desocupados y desocupadas. En la semana, Ramón Bravo dedica 3 encuentros o charlas cuyas temáticas abordan la coordinación en grupo, liderazgo, sexualidad, prevención de alcohol y drogadicción.

De lunes a viernes, 26 chicos cocinan su almuerzo con sus propias manos, al igual que manufacturan el pan. “Las madres solteras traen a sus hijos y se les ayuda con la entrega de pañales”, cuenta Ramón, mientras algunas de las chicas ponen las papas cortaditas en cubitos en el agua hirviendo.

Color Esperanza, además de esta rutina diaria-semanal, organiza diversas actividades para ocasiones especiales. Tal es así que para Navidad los chicos elaboran pan dulce que luego reparten a familias de escasos recursos. Este presente va acompañado de garrapiñadas, algún turrón o alfajor, y una tarjeta de salutación que también hacen los jóvenes.

Luego, comienzan el año con la actividad de reyes, que se organiza al aire libre en la plaza, y donde se entregan juguetes a los niños que asisten al evento. En marzo continúa el trabajo solidario de la Asociación, que brinda a los niños más humildes de escuelas primarias y secundarias, un kit escolar compuesto por un cuaderno, hojas, lápiz, tijera y otros útiles escolares. Estos elementos de estudio también se reparten en Chacayco, Colluco, Manzano Amargo, Villa del Curí Leuvú, Andacollo y Taquimilán.

En agosto llega el día del niño, y la Asociación Color Esperanza prepara un rico chocolate caliente para los infantes y además les obsequia juguetes nuevos. Finalmente en octubre, y en el contexto del festejo por el día de la Madre, el agasajo consiste en la entrega de flores y una tarjeta.

“Se trabaja juntando fondos y además recibimos el invalorable aporte del diputado Oltolina. Organizamos eventos y además hacemos proyectos para gestionar subsidios” comenta Ramón Bravo, quien agrega que la Asociación cuenta con una cocina industrial, un lavarropas, un proyector y una pantalla gigante.

La bocanada del deporte

La Asociación, además, cuenta con un equipo de fútbol que participa en la primera división de la Liga de Chos Malal, y otro en la reserva. Este grupo deportivo consta de 60 jóvenes. Pero también “Color Esperanza” se desempeña en volley masculino y femenino, representado por 70 chicos. Algunos de los jóvenes que participan en estos deportes son adictos en recuperación.

A los equipos se les pagan 3 horas semanales, a razón de 20 pesos por hora, para que puedan entrenar. Los jóvenes cuentan con preparador físico y con los elementos necesarios para desarrollar el deporte. “Ellos aportan una cuota de 5 pesos por mes y con este importe les pagamos un seguro deportivo de $3,23 por cada jugador. El resto queda para la Asociación”, explica Ramón, quien al sacar la cuenta de lo queda para Color Esperanza es consciente de que no es mucho. Pero agrega que la Asociación no tiene ese propósito, “nuestro objetivo se logra cuando los chicos vienen a preparar su comida aquí, o cuando desempeñan un deporte que los fortalece”.

En la escuela de boxeo se encuentra el Campeón Provincial, Miguel Ángel “Chuqui” Villegas y recientemente Nicolás González fue seleccionado entre el equipo de fútbol para jugar en la provincia de Mendoza.

Todo a pulmón

Color Esperanza cuenta con un espacio físico en la calle Urquiza al 400 de la ciudad de Chos Malal. Se trata de una habitación de unos 12 metros de largo por 4 de ancho. Este cubículo se asienta bajo la sobra de algunos pinos y en su perímetro térreo los pequeños niños, hijos de los jóvenes que asisten al comedor, esperan la comida jugando a la pelota o corriendo por el lugar.

“El espacio es reducido para tantas cosas que hace la Asociación”, manifiesta Ramón, quien relata con orgullo todo el trabajo que realiza junto a los chicos. Las paredes del salón están adornadas con algunas reglas internas del lugar y con afiches que recuerdan cuándo es el cumpleaños de los compañeros diarios de mesa.

En el aire flota el aroma de los productos que están siendo cocidos, y es sazonado con alguna canción de Reaggetón que uno de los pequeños canta perfectamente. “Color Esperanza” es el fruto de mucho trabajo y dedicación y constituye un espacio de gran ayuda social para la comunidad de Chos Malal y del norte neuquino.

Sobre Ramón

Este hombre sencillo de estatura mediana, tez morena, delgado y de ojos compasivos está ocupado toda la jornada. Concurre al comedor, luego camina por las calles de Chos Malal, retorna a la Asociación, supervisa cómo se encuentran las cosas, toma mate con las chicas que están cocinando, reparte un kit de elementos escolares para una señora que acaba de llegar al lugar con su nena.

“Soy adicto recuperado. Acá no discriminamos a nadie”, manifiesta con orgullo por haber podido superar una situación que no muchos pueden hacerlo. Ramón es recibido en Coordinador de Grupos de Adicciones en San Rafael, Mendoza, y por ello es que consulta libros de drogadicción. Es el presidente de la Asociación, director de Deportes de la Municipalidad de Chos Malal, Consejero escolar y presidente de la Liga Femenina de fútbol.
Fue adicto y se recuperó. Consumió drogas por 17 años y se rehabilitó en Arroyito. Después volvió a Chos Malal para ayudar a los que estaban como él. Empezó haciendo un programa de radio, contando su experiencia y luego consiguió testimonios de otros adictos. Así, llegó a tener 6 programas en Chos Malal.

“Con la radio se acercaron muchos chicos y por eso hacía una reunión semanal con ellos. Pero esto no me dio resultado, porque las charlas quedaban aisladas en la semana. Entonces es aquí cuando surge la idea de incorporar el comedor, para así poder venos más de cerca y con mayor frecuencia”, comenta Ramón, mientras despliega sus manos sobre la mesa.

Para el presidente de la Asociación, las charlas con los chicos “sirven para conocer sus problemas y ver los puntos conflictivos, que serán tratarlos en posteriores conversaciones”. La mirada de Ramón se posa en una división de aglomerado. Refleja su temple y el afán de superación que lo llevó no sólo a recuperar su vida, sino a intentar mejorar la de los demás.

Ramón es conocido en Chos Malal por su trabajo comunitario, por su historia, por su trabajo. En este espacio cibernético, usted pudo conocer, un poco más de cerca, las historias de la gente del norte de la provincia, de ese Neuquén que entre todos podemos mejorar con la vocación de servicio y cambiando la mirada que tenemos de nosotros mismos.

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